El moquillo en perros, o enfermedad de Carré, se considera como una patología infecciosa sistémica de gravedad significativa, ocasionada por el virus del Distemper canino, un agente vírico de ácido ribonucleico (ARN).
Esta enfermedad no solo es altamente contagiosa, sino que también afecta tanto a caninos domésticos como a sus contrapartes salvajes.
Esta afección presenta una elevada tasa de letalidad y causa impactos severos en la salud de los pacientes caninos. Por este motivo, resulta imperativo implementar medidas efectivas para su control y prevención.
A pesar de su gravedad y repercusiones en los caninos, es esencial destacar que el moquillo canino no se transmite a los humanos.
¿Cómo aparece la enfermedad?
El moquillo en perros debe su aparición al virus del moquillo canino, también denominado enfermedad de Carré o Distemper.
Los perros que no han sido vacunados y aquellos con sistemas inmunológicos debilitados debido a enfermedades preexistentes, estrés o edad avanzada son más susceptibles a la infección.
Es interesante notar que esta patología tiende a ser más frecuente en perros con edades comprendidas entre los tres y seis meses.
El virus responsable, perteneciente a la familia Paramyxoviridae, tiene una capacidad de propagación notablemente rápida.
La transmisión ocurre principalmente por contacto con secreciones y excreciones contaminadas, como saliva, orina y heces de animales infectados. La inhalación o ingestión del virus también puede llevar a la infección.
Además, se ha observado que el moquillo en perros puede transmitirse por la placenta de la madre, aunque la manifestación de la enfermedad en los cachorros ocurre cuando han dejado de ingerir anticuerpos maternos tras el destete.
Es importante señalar que este virus no se limita a los perros, afectando también a gatos, osos, martas, focas y hienas.
¿Cuáles son los signos más importantes?
En perros con sistemas inmunológicos saludables, el moquillo tiende a desarrollarse de manera asintomática. En casos en los que el sistema inmunitario se encuentra debilitado, la enfermedad puede tomar un curso más severo. Es en este punto cuando se manifiestan síntomas como:
- Fiebre severa.
- Malestar general.
- Problemas respiratorios.
- Dolencias del sistema nervioso central.
- Problemas oculares.
- Afecciones dermatológicas.
- Trastornos gastrointestinales y dentales.
Es importante destacar que no todos los perros presentan todos los síntomas, ya que existen diferentes cepas del virus del moquillo canino, cada una con su nivel de virulencia y síntomas.
Opciones de tratamiento
Se busca una combinación de medidas terapéuticas que incluyen:
- Terapia sintomática.
- Uso de antibióticos para prevenir infecciones bacterianas secundarias.
- Medicamentos para la tos.
- Fármacos para las náuseas y la diarrea.
- Suplementos vitamínicos (especialmente E, B1 y B12).
Estas medidas solo alivian los síntomas y no abordan la causa subyacente de la enfermedad. Todos estos puntos los indicará el médico veterinario, según la evaluación del paciente.
Prevención del moquillo canino
La prevención del moquillo en perros emerge como la herramienta más efectiva para el control de esta enfermedad. Se recomienda la vacunación periódica para perros de todas las edades, con un plan de inmunización y refuerzos para cachorros.
Además, existe una variedad de vacunas en el mercado, incluso opciones aplicables a partir de los 28 días de edad en casos de brotes tempranos.
La aplicación temprana de la vacunación es particularmente beneficiosa, superando la interferencia de los anticuerpos maternos en los cachorros. Puedes consultar a tu médico veterinario de confianza, sobre las vacunas que le corresponden a tu mascota y sus beneficios.
Como medida adicional, se aconseja evitar el contacto de los animales con posibles fuentes de infección hasta que se complete su calendario de vacunación.
Así mismo, se recomienda brindarle a tu perro una protección completa contra parásitos, ya que son transmisores de numerosas enfermedades y problemas de salud.
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